domingo, 21 de febrero de 2016

La senda, inundada, del Duero

Se veía venir, pero la naturaleza es terca y ha vuelto por sus fueros, a inundar de nuevo la senda del Duero en varios tramos entre Peñafiel y Quintanilla de Onésimo.

Ante la reiteración de este suceso en años hidrológicos que no destacan por su excepcionalidad, cabe preguntarse, como en la mayoría de los casos en los que se repiten las inundaciones, si el diseño era el adecuado.

Parece ahora evidente lo que en su día se vislumbró, la senda se diseñó demasiado próxima al cauce, invadiendo en reiteradas ocasiones el lecho mayor del río. Las consecuencias las conocen bien los usuarios de la misma, una sucesión de tramos impracticables que tras pasar una temporada bajo las aguas quedan dañados de forma mas o menos permanente, prácticamente para siempre.

Parece evidente que dentro de la misma Confederación Hidrográfica del Duero existe cierta contradicción entre los departamentos que se dedican a la conservación del dominio público hidráulico y los que se encargan de realizar obras que provocan afecciones en el mismo.

Como muestra, unos botones:







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