Fueron los romanos quienes en sus intentos de conquista del pueblo cántabro dieron las primeras noticias sobre estas fuentes, y de los que surge la leyenda de la capacidad de la misma de manar y secarse sin ninguna explicación. De hecho, en la época, la fuente se utilizaba como augurio, en función de su flujo de agua.
En la actualidad la fuente de La Reana es un estanque rectangular que cuenta con tres arcos de piedra de medio punto, siendo sólo uno de ellos original.
La particularidad más destacable de la fuente, la de llenarse y vaciarse sin motivo aparente ni relación alguna con las precipitaciones, es el origen del culto que le rendían los cántabros y que llamaron la atención de los romanos.
Hoy se conoce que esta fuente está conectada con un complejo kárstico subterráneo procedente de las montañas que la rodean. Este es el origen de la irregularidad de su caudal, su conexión a través de sifones con un depósito subterráneo. El nivel del depósito es el que regula el flujo de la fuente.
La fuente fue declarada Monumento de interés histórico y artístico en 1961 y Bien de Interés Cultural en 2002 por la Junta de Castilla y León.
